sábado, 4 de octubre de 2014

Contra la propiedad individual

Rodolfo Montes de Oca

Un 16 de enero de 2006, en pleno centro de Atenas a la salida del Banco Nacional ubicado en la calle Solonos de la capital helénica, se produce un fuerte enfrentamiento entre un grupo de asaltantes anarquistas y la policía. El intercambio de balas cesa con la evasión de los atracadores.

Sin embargo, sobre el frío pavimento al lado de un matero, se visualiza un joven vestido de negro que agoniza. Se trata del anarquista Giannis Diminitrakis, investigado en varias oportunidades por su participación en grupos antiautoritarios.

Su detención es filmada por la mórbida prensa que rápidamente saca conjetura y pone apodos a los expropiadores; los bautizan como “la banda de negro”, sin pruebas los acusan de ser los autores de por lo menos 7 atracos a entidades bancarias y de estar detrás de las detonaciones imputadas al grupo “justicia anti-estatal[1].

Por su parte los organismos de inteligencia hacen su encomienda, librando órdenes de captura contra los hermanos Mario y Simon Seisidis, así como contra Gregori Tsironis, obligándolos a pasar a la clandestinidad. Sus únicos antecedentes son los de participar activamente dentro de los grupos ácratas y revolucionarios de la región.   

Después del show, Diminitrakis fue condenado a 35 años de presidio por esta acción, la cual se redujo a una pena de 12 años, de la cual solo cumplió 6, saliendo en libertad bajo palabra en el 2012.

Actualmente existen varios anarquistas en prisión acusados por la fiscalía de realizar expropiaciones armadas contra las entidades financieras del sistema, algunos de ellos son: Anastasios Theofilou, Babis Tsilianidis o Evangelos Kautsibelas. Pero esta tradición de arrebatar al mercado el producto del trabajo individual es una vieja tradición dentro del movimiento libertario griego. Hace mas de 100 años atrás, unos robos dieron mucho de que hablar.

A principios de mayo de 1899, el  afanado diario “Neologos” de Patras comenzó a circular una serie de artículos informando a sus lectores sobre una serie de robos que se venían dando en la ciudad; aupados por el clamor popular, la policía empezó a indagar y a citar a lo que la criminología considera “sospechosos habituales” (contrabandistas, mendigos, trabajadoras sexuales, ladrones, etc.), como es de esperarse uno de esos “habituales” de apellido Tsikrikas, empezó a dar nombres y situaciones de hechos como suele pasar, entre ellos menciono dos apellidos a los cuales los investigadores prestaron especial atención: Agallopoulos y Liopetas.

Aristeidis Agallopoulos era un sastre de Constantinopla, mientras que Nicolás Liopetas era carpintero, ambos formaban parte de los círculos anticapitalistas de Patras y juntos habían firmado un manifiesto anti-electoral que apareció en la publicación “Fos Neon” de Pyrgos.[2]

Durante la requisa y captura de Liopetas, la policía descubrió una pequeña libreta donde aparecían direcciones y una cuantía de los bienes substraídos por la banda.  Ante la eminente captura y sentencia, Nicolás decide burlase del proceso penal y evadirse de su encierro ingiriendo una capsula con arsénico.

Por desgracia del reo, la dosis fue muy poco y sus custodios al verlo convulsionar deciden trasladarlo hasta el puesto medico donde es curado por los galenos y sus ayudantes. Esta infructuosa tentativa de homicidio género que Liopetas, colaborara con sus captores suministrando información sobre los robos y sus cómplices, re-acusando a  Tsikrikas de ser el cabecilla de la banda y de tener ramificaciones en  Atenas, Pireo, Syros, Messolongi, Pyrgos y Corinto, así como en las ciudades turcas de Esmirna y Estambul.[3]

Las averiguaciones culminaron con la detención de 10 personas, Liopetas fue acusado por el tribunal como partícipe de los robos mientras que Aristeidis Agallopoulos fue acusado de encubridor. Como era de esperarse todos fueron condenados a prisión. 

Se sabe que Liopetas murió en prisión, mientras que se desconoce el paradero de Agallopoulos, pero se sabe que Tsikrikas logro escapar de su encierro para continuar con su vida delictiva.

Para el historiador Paul Pomonis, el Caso Liopetas-Angallopoulos junto al turbio hecho de sangre que fue la muerte del anarquista Dimitris Bantounas[4], represento el “último canto del cisne” para el movimiento antiautoritario en la ciudad de Patras.




[1] Fue una agrupación que se adjudico una campaña de bombas entre Enero y Febrero de 2006. Todos sus objetivos se centraron específicamente en atacar al partido Nueva Democracia y bancos.
[2] Paul Pomonis. Early Days of Greek Anarchism: “the Democratic Club of Patras” and social Radicalism in Greece. AK Press.
[3] Op cit.
[4] Al parecer fue asesinado el 18 de mayo de 1899, en Pyrgos por uno de sus hermanos después de una violenta pelea.

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