Rodolfo Montes de Oca
El 24 de diciembre
de 1845 en la opulenta ciudad nórdica de Copenhague, en medio de las
festividades y de la suntuosidad que solo la aristocracia puede dar, nace el
príncipe Christian Wilhelm
Ferdinand Adolf Georg of Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, el cual será
conocido en la historia universal como el Rey Jorge I de Grecia, primer monarca
de la Casa Real Helena.
El primogénito de
la dinastía de los Glücksburg, se crío bajo los
lujos y la educación que la acumulación
de capital a través del tributo puede suscitar, al margen del oprobio popular y
de la rabia contenida de los siervos y del incipiente proletariado
noruego. Sin embargo, como todos los de
su estirpe, el destino jugo a su favor siendo designado en 1863 y con tan solo 17 años como el nuevo monarca
griego.
La apresurada
salida del rey Otón I del país, produjo un cisma dentro de la nobleza europea y
sobre los intereses que las potencias industriales como Gran Bretaña e Irlanda
tenían sobre el mediterráneo. Esto genero que la figura de joven kobmendense,
sea tomada en cuenta y promovida por la reina Victoria y el príncipe Alberto,
como una garantía para el desarrollo de las políticas imperialistas británicas
en la zona.
El esbelto
mozalbete inicia su gestión el 30 de Marzo de aquel año, con el apoyo de las
potencias europeas pero con la suspicacia del heleno. Pero a diferencia de su antecesor, el nuevo
regente, realizo todas las gestiones posibles para acercarse a sus nuevos
súbditos: aprendió el griego y dejo de lado las charreteras y el fasto para
acercase a las tradiciones y costumbres propias de sus habitantes como una
forma de generar reconocimiento y entropía con sus nuevos vasallos.
La política y el
folclore le funcionaron y poco a poco se fue ganando el reconocimiento de sus
allegados, mantuvo las apariencias y esgrimió una falsa concepción de
soberanía, con la celebre expresión de: “No
permitiré interferencia alguna en la conducción de mi gobierno”.
Como hombre culto,
intuía que debía dar una apariencia liberal democrática a su reinado, por ello,
aupó y apoyo una Asamblea Constituyente que promulgo el 28 de noviembre de 1864
una Carta Magna, que convertía a Grecia en una República de Monarquía
Parlamentaria, con su respectivo Congreso Bicameral, elegido por votación
directa y secreta solo para hombres.
Pero la nación
helena necesitaba de una gesta de sangre que se convirtiera en el bautismo de
fuego de la nueva República; y Jorge I como magnánimo se lo daría. Vendrían
entonces los desmanes ocasionados por la ocupación de la isla de Creta y las
atrocidades cometidas durante la Guerra de Crimea. Como en todas las guerras,
seria la población civil la que sufriese las mayores penurias.
Pero
el regente aprendió de sus errores, la década que se inicia en 1890, es de
prosperidad producto del desarrollo comercial. En
1893, una compañía francesa construyó el canal
de Corinto, acortando la travesía desde el
Mar Adriático a Pireo en
241 Km. Por otra parte, los Juegos
Olímpicos reaparecieron en Atenas en 1896 y el propio rey presidió
la ceremonia de apertura de los Juegos de
Verano de ese año. Con estas actividades se llegaba al pico de la “prosperidad” que vendía la
administración real.
Pero
aunque el Rey gozaba de una buena reputación, sus respectivos gobiernos subían
y bajaban con rapidez vertiginosa. Desde 1864 hasta 1874,
Grecia tuvo 21 gobiernos distintos, el más largo de los cuales duró solo un año
y medio, pese a estas escaramuzas el soberano supo sortear las adversidades
hasta 1906, cuando el parlamento cretense apoyado en voz de su principal representante,
el letrado Eleftherios Venizelos
Tras la revuelta de
1897 Creta se convirtió en un espacio autónomo, contaba con un gobierno propio
y un Alto Comisionado, nombrado por el rey de Grecia sin necesidad de la
aquiescencia del sultán otomano; este no podía vetar la legislación aprobada
por el parlamento insular ni participar en la elección de los funcionarios de
la isla.Esta autonomía fue aprovechada
por Venizelos para arreciar su oposición contra la pazguata monarquía con un
solapado discurso nacionalista, buscando la total integración helénica bajo un
solo estandarte y bandera.
Como consecuencia
de la Revolución de los Jóvenes Turcos en 1908, el discurso patriótico e
integracionista de Venizelos logro calar dentro de la población descontenta liberal
y nacionalista, el 8 de octubre de ese
año, la Asamblea Cretense aprobó una resolución a favor de la unión, a pesar de
las reservas del gobierno de Atenas liderado por Giorgios Theotokis
las objeciones de las grandes potencias. ]La tímida reacción del gobierno
griego a las noticias de Creta condujo a un estado de confusión dentro del
reinado.
Paralelo a esto, un
grupo de oficiales del Ejército formó una logia castrense a la cual bautizaron
como la “Stratiotikos Syndesmos”
que demandaba que la familia real fuera despojada de sus atribuciones militares
y, para evitar al rey la vergüenza de destituir a sus hijos de esos puestos de
mando, ellos mismos se encargarían de hacerlo.
El 15 de agosto de
1908, se amotinan las guarniciones de las principales ciudades helénicas, la
Liga Militar había logrado captar a un número significativo de los efectivos
castrenses, manteniendo una superioridad numérica y bélica sobre las tropas
leales.
Los chovinistas diadocos consiguieron controlar la situación desde un
inicio y ya para el 28 de ese mes, con el apoyo de Venizelos controlaban la
vida política del reinado. Ante este “sablazo”, el Monarca de los
Helenos, tuvo que negociar y buscar una salida concertada con el “nuevo
poder” surgido de las Bayonetas.
La “cuestión nacional” se convirtió en el lev motive del nuevo
gobierno, a través del parlamento se pauto que el Rey seguiría manteniendo su
puesto dentro la cadena de mando, siempre y cuando, se comprometiera con el
proceso de fortalecimiento del ejercito así como la recuperación de la región
de Salónica, que se encontraba en poder de los Otomanos.
Prueba de esto es
que su hijo, Constantino fue repuesto como Inspector General del Ejército
y, más tarde, Comandante en Jefe. Bajo su cercana supervisión y la de
Venizelos, además de la ayuda británica y francesa, el Ejército recibió un
nuevo equipamiento y adiestramiento y se encargaron nuevos barcos para la
Armada. Mientras tanto, a través de medios diplomáticos, Venizelos se unió a
los países cristianos en los Balcanes, formado así junto a Bulgaria, Serbia y
Montenegro la Liga Balcánica.
El hierro caliente
se esparció por los Balcanes nuevamente y el regente junto a sus huestes se
lanzaría con bombos y platillos a un nuevo conflicto bélico conocido como la
Primera Guerra Balcánica.
El 9 de noviembre
de 1912, las fuerzas griegas irrumpieron en Salónica solo unas pocas horas
antes que una división búlgara. Seguido del príncipe heredero y de Venizelos en
un desfile algunos días más tarde, el rey Jorge se paseó triunfante por las
calles de la segunda mayor ciudad griega.
Esta victoria
pareciese ser la culminación de una vida llena de lujos pero de riesgos, un
hombre que nació y vivió para gobernar y para ser venerado como una deidad. Sin
embargo, del otro lado de la cera, la
inequidad, la indiferencia y la rudeza de una vida carente de bienestar,
forjaban el temperamento y el pulso de un inconforme.
El 18 de marzo de
2013, Jorge I se paseaba por las calles
de Salónica acompañado por un pequeño grupo de colaboradores y aduladores,
cercano al monumento de la Torre Blanca, el portador de la testa coronada se
disponía ingresar a un pequeño establecimiento para ingerir algún bebestible
entre la Avenida Trinidad y la Calle Olgas, cuando un ardor en la espalda le quita
la claridad al día.
Detrás de él y a
escasos dos pasos se encuentra el cañón humeante de un revolver agarrando con
una precisión increíble, detrás del mismo se encuentra Alexandros Schinas,
un cuarentón anarquista, recorrido de
varios continentes y sueños destrozados, la hora mortem marca las 05:15 PM
entre una insidiosa cacofonía de gendarmes y vasallos.
El regicida es
detenido automáticamente oponiendo una pobre resistencia, su silencio es la
mejor defensa ante los puños. Por su parte la contraparte es llevada hasta el
hospital más cercano en donde fallece antes de arribar.
Schinas es llevado
hasta una comisaría donde es interrogado y vejado en múltiples oportunidades,
ante las insistentes preguntas sobre las razones del asesinato, este con gallardía
decía: “lo hice porque estoy en contra de
todos los gobiernos”,
sin embargo, ante la mórbida cayapa se retractaría al decir “lo hice porque le pedí dinero al rey y este
se negó”.
Sin embargo ante la
negativa de Schinas de incriminar a otros compañeros o de inculparlos
injustamente, los policías deciden desasearse del estorbo arrojándolo por una
ventana de la comisaría el 6 de mayo de ese año. Así, los griegos deciden estrenar la odiosa
practica policial de arrojar anarquistas por la ventana y poniendo alevosamente
en la ficha policial del imputado la palabra “suicidio”.
Se conoce el lugar
de sepulcro de Schinas o si el mismo fue enterrado, pero lo que si se conoce es
que nació en la ciudad de Volos en 1870 y que emigro a Norte America donde
trabajo como mesero en el Hotel de la Gran Avenida de Manhattan a mediados de
1908. Muchos de lo que lo conocieron dicen que era “amigo de radicales y fervientes pensadores”
así como un “enemigo de cualquier gobierno sobre todo de las
monarquías”.
Después de ahorrar
algo dinero y con mucho esfuerzo se regresa a su natal Volos donde inicia una
pequeña escuela de pensamiento antiautoritario donde publicaban textos y
algunos folletos. Pero como era de esperarse el proyecto de pedagogía
libertaria, no logra cuajar y rápidamente el proyecto es lanzado a la
inquisición helena por sus heréticas ideas anti-rey que predicaban.
Empobrecido y
tuberculoso, Schinas decide dejar su huella en la historia a través del arma de
los pobres, la vindicta. Pero paralelo a esto, la figura del anarquista como
muchos de sus afines se encuentra envuelta en un círculo de misterios y
suposiciones. Muchos historiadores lo acusan de ser un “agente al servicio de los búlgaros y de la causa macedonia” pero
esta hipótesis no se ha comprobado históricamente.
Con la muerte de
Jorge I y de su regicida se acaba el periodo monárquico fuerte en Grecia, con
el tiempo la figura del regente opacaría la del anarquista, lanzando a este
rebelde al ostracismo de la memoria colectiva.