Rodolfo Montes de Oca
Geográficamente,
Grecia se encuentra en la parte meridional de la península de los Balcanes.
Situada en el Oriente del Mediterráneo y en medio del mundo antiguo, la Hélade,
formada por la Península Balcánica, las islas del mar Egeo y las costas de la
península de Anatolia, en la actual Turquía, pudo fácilmente ocupar, gracias a
su situación admirable, el centro de la cultura y del comercio del mundo
antiguo.
Pero
como era de esperarse los helénicos se lanzaron al Mar Egeo y por corrientes
marinas llegaron a otros mares, entre ellos el del Mar Negro que colinda y
separa geográficamente Turquía, Crimea y Ucrania.
Esto
que en sociología se conoce como “movimientos
naturales de la población”, es una reacción antropológicamente humana de
nomadismo y de adaptación al medio ambiente en vísperas de buscar mejores
condiciones agrícolas y ambientales en donde asentarse o desarrollarse. Para
luego dar paso a los poblados, las ciudades y muy posteriormente a los Estados.
Esta
movilización natural de las tribus no sedentarias genero una expansión de los
grupos humanos. Los griegos no fueron la excepción, sus constantes excursiones
fueron mapeando un vasto territorio del
Asia Menor al cual denominaron Ponto y a su mar colindante denominaron Ponto
Euxino.
Con el constante devenir de la
historia, este grupo humano se denomino así mismo como “griegos pónticos” y desarrollaron un dialecto que deriva del griego ático a través de la
Koiné[1], y ha
recibido fuertes influencias del turco, y menores del persa y varias lenguas
caucásicas.
Durante la Edad Media la zona
inicialmente perteneció al Imperio Bizantino, para independizarse bajo el
dominio de la dinastía de los Comneno y
formar el pequeño, aunque duradero, Trebisonda, cuya lengua administrativa era
el griego bizantino. El Imperio de Trebisonda fue el último estado griego
bizantino en caer bajo el dominio otomano, ya que su capital fue conquistada en
1461, ocho años después de Constantinopla.
A la
Edad Media, le siguió la Edad Moderna y con ella el devenir de la Edad
Contemporánea con todo o el surgimiento y la articulación de la actual
organización de la degradación colectiva contra la cual nos hemos alzado. Pero
con el pasar de los siglos, los griegos pónticos siguieren en la misma
ubicación geográfica adaptándose y re-adaptándose a los cambios que se
generaban en su entorno.
Con la
llegada del siglo XX, frente al Ponto Euxino se enciende la mecha de una
bombona de gas que estaba por estallar, los sucesos de Octubre de 1917 impactan
en la conciencia de las masas famélicas del mundo y en los poblados campesinos
que padecían las políticas semifeudales en la región Póntica y Ucraniana. Las
condiciones subjetivas y objetivas de una serie de sucesos insurreccionales
estaban a la orden del día, para iniciar una gesta anarquista de épicas
dimensiones.
Desde
1918 hasta 1921 en una inmensa llanura de 7 millones de habitantes, se
desarrollan una serie de enclaves autogestionarios, articulados entre sí,
conocidos como el “Territorio Libre”
y articulados militarmente por el Ejército Revolucionario Insurreccional
dirigido por el mítico, Néstor Makhno.
En la
ciudad portuaria de Mauripol, la Confederación Anarquista “Nabat” tenía varias organizaciones y cuadros griegos pónticos. Pero
lo más curioso es que según historiadores de la Maknovichitna estiman que el
numero de descendientes helenos en el Ejecito Insurreccional superaban los
1500, organizados y armados en escuadras guerrilleras de combate, llegando
incluso a ocupar puestos de mando dentro del ejercito como fue el caso de los
hermanos Mavrodi, que provenían de la comarca griega de Kermenchick.[2]
Pero
los Makhnovistas, se enfrascaron en una triple guerra de liberación contra los
nacionalistas, los bolcheviques y las fuerzas conservadoras anti-monárquicas, a
las cuales se sumaron los esfuerzos nacionalistas pónticos que devinieron en la
efímera república autónoma grecopóntica, que contribuyo de forma
negativa a restarle fuerzas al proceso
libertario en la región.
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